Su especialidad es elaborar tejido confeccionado, pero el impacto de la pandemia ha cambiado también el catálogo de esta empresa valenciana. Casa Mediterránea 1967 SL, empresa textil de Ontinyent, es una de las muchas firmas que han abierto nuevas líneas de negocio a raíz de la crisis sanitaria.
Y no de cualquier manera: invirtieron 870.000 euros durante 2020 para comprar maquinaria con la que producir mascarillas y conformaron en julio la UTE Prosan Medicare junto a otras empresas textiles de la comarca de la Vall d’Albaida y de otros territorios de la Comunidad Valenciana.
Mientras, han seguido produciendo telas que luego veremos en los cojines y las cortinas, por ejemplo, de grandes firmas del hogar para los que son productores. Su mercado principal es el europeo y están acostumbrados a la gran exportación, negocio en el que esperan seguir creciendo a un ritmo como el actual.
En 2020 cerraron con más de 17 millones de euros de facturación, números en positivo que siguen la tendencia del último lustro: en 2015 facturaron alrededor de 5 millones de euros.
“Hay muchas veces que sabes que tienes que ayudar y no sabes cómo. A nosotros nos pasó eso”, explica Paloma Gramage, directora financiera de la empresa, cuando rememora aquellos primeros días de marzo en los que nadie entendía nada de lo que estaba pasando. La falta de material sanitario era un problema en los hospitales ante el avance de la pandemia y ellos decidieron sumarse para ayudar.
La odisea de la producción en pandemia
“De repente una empleada nuestra me llama aquel 18 de marzo para decirme que una amiga suya enfermera le ha preguntado si les podíamos hacer mascarillas, batas, que necesitan ir a casa de la gente mayor para atenderles y necesitan algo para protegerlos y protegerse y ven que dadas las circunstancias pueden quedarse en cualquier momento sin nada”, cuenta Gramage.
El caos de aquellos días lo revive también en el recuerdo de la llamada de una entidad bancaria para pedirle mascarillas: “Necesitaban material, tenían que estar de cara al público y no tenían nada”, cuenta.
Una empleada nuestra me llama aquel 18 de marzo para decirme que una amiga enfermera le ha preguntado si les podíamos hacer mascarillas
“Fabricamos todo lo que pudimos en tela y lo regalamos a ambas entidades, pero todo aquello nos removió algo, y con velocidad inconsciente, empezábamos a planear cómo poder fabricar este tipo de productos”.
Sin maquinaria y con problemas para importar
“Empezamos con muchos problemas, no había maquinaria disponible, y había que traerla de China, además el material tampoco estaba disponible, era todo muy complicado…”, cuenta con nervio desde la otra parte de la pantalla.
En la otra mitad de la pantalla compartida está el CEO de esta empresa, Peter Raaschaert, que apostó por diversificar el negocio con nuevos productos para el covid, pero siempre con la mirada puesta en el largo plazo. “Podríamos haber fabricado mascarillas de tela, pero eso hubiera sido un proyecto de oportunismo y nosotros no queríamos hacer negocio a corto plazo. Un negocio tiene ser para dar valor, por ello hemos invertido por un proyecto a largo plazo”, cuenta el empresario.
El caso de Airnatech Antiviral
La más grande productora de mascarillas FFP2 está en Castellón
Airnatech Antiviral también nació en la pandemia, con la necesidad imperante de obtener productos sanitarios en el territorio. Según publicaba estaba semana Las Provincias, esta empresa castellonense es la más grande productora de mascarillas del tipo FFP2 de España, las más usadas ahora en el mercado por las últimas decisiones, en países como Francia, de recomendación ante el alto nivel de contagio. Según explican, producen 120.000 mascarillas al día con una plantilla de 120 personas.
Surge la UTE textil valenciana
Las mascarillas que producen son el modelo R2 -con un 99,2% de protección bacteriana-, las que hasta el boom actual se utilizaban en la sanidad española. Ahora, con la experiencia de estos meses, también producen peucos, buzos, gorras desechables.
“España no puede depender de países terceros para abastecerse, es imposible. No puede ser que la gente se muera porque no tenemos productos sanitarios disponibles”, argumenta Raaschaert.
Desde la formación de la UTE el julio pasado han estado trabajando, codo con codo, con las otras empresas del gremio. Son Mila-Rosa SA, Uniformidad Laboral Barbera SL, Pro Safe Plus SL y Aupa Hogar SL, todas valencianas.
Un clúster textil en toda regla que ha optado al contrato marco sanitario de la Generalitat Valenciana y que también trabaja ya con la Diputación de Valencia. La empresa, que trabaja el producto sanitario a través de la marca Casa-Med, ha recibido una ayuda por importe de 400.000 euros de la Generalitat Valenciana.
Economía circular
La tradición del reciclaje en el Ontinyent industrial
«Nuestra zona viene reciclando hilos desde hace más de 50 años, es una tradición en la mayoría del textil de la zona de Ontinyent. La borra siempre se ha recuperado», explica Paloma Gramage. Una tradición, añade, que deben a abuelos y bisabuelos y que ahora la industria textil «está empezando a ponerlo en valor».
Ahora están pensando en cómo reciclar las mascarillas y las batas quirúrgicas. Un producto, este último, que desarrollan junto con el instituto tecnológico del textil AITEX y con el resto de empresas de la UTE valenciana de la que forman parte. «El medio ambiente es un problema de todos», apunta su CEO, Peter Raaschaert.
“Podemos ser más fuertes uniéndonos. Porque la única forma para poder aportar en el futuro es hacerlo juntos, siendo más fuertes porque la competencia la tenemos en la gran importación”, matiza el empresario.
«No puede ser que la gente se muera porque no tenemos productos sanitarios disponibles”
Peter RaaschaertCEO de Casa Mediterranea 1967 SL
Cuenta que la gran pretensión de la la industria valenciana es hacer un derivado de un producto sanitario, pero «sin olvidar el core business de cada uno”. Lo importante es haber creado un nuevo negocio dentro del concepto de negocio de cada uno y ser capaces de responder a los retos”, apunta.
Noticia obtenida del periódico La Vanguardia